En 1961 se emprendió la campaña de alfabetización a la que se integraron voluntariamente casi 100 mil estudiantes que fueron hasta los sitios más recónditos de la isla para enseñar a sus pobladores a leer y escribir.

El 5 de enero de 1961 fueron asesinados el maestro voluntario Conrado Benitez García y el campesino Eleo­doro Rodríguez Linares (Erineo), de 31 años, en las Tinajitas, Trinidad, Santi Spíritus.

Conrado Benítez era negro, tenía solo 18 años y un inmenso deseo de enseñar, de educar. Puede que ese haya sido el “delito” del joven alfabetizador por el cual los bandidos bajo el mando de Osvaldo Ramírez decidieron apagar su vida, en las montañas del Escambray.

El asesinato del maestro Conrado Benítez el 5 de enero de 1961 figura como el primer acto de terrorismo contra el magisterio aplicado por enemigos de la naciente Revolución cubana.

Los bandidos cumplían instrucciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos y el suceso formaba parte de las acciones encubiertas contra Cuba, para intentar frenar la Campaña de Alfabetización.

Junto a Conrado fue asesinado el campesino Eleodoro Rodríguez Linares, (Erineo).

Fue un crimen salvaje que no pudo apagar la llama que ya se había encendido en Cuba. Meses después, el país fue declarado libre de analfabetismo y el nombre Conrado Benítez ilumina a muchos que siguen el camino de la enseñanza y se miran en el ejemplo de aquel “verde joven de rostro detenido”, como lo llamara Nicolás Guillén.