Si antes de la existencia del nuevo coronavirus el mundo ya vivía convulso entre desigualdades, pobreza y discriminación; hoy día estos indicadores muestran un nivel de crisis aguda e inigualable lo cual amerita que este 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, los pueblos se pronuncien para atenuar dichas brechas, se promuevan los derechos del hombre y se reconstruya el mundo hacia una forma mejor, más justa y sostenible.

Como expresaran algunos expertos, la actual pandemia, pero de la desigualdad, la discriminación estructural y el racismo exigen de cada uno de nosotros, la sociedad civil, comunidades, el sector privado, instituciones, gobiernos, se conciban y apliquen estrategias novedosas para fomentar y proteger los derechos económicos, sociales y culturales. Pactemos un nuevo compromiso social para trazar caminos para una nueva y óptima era.

Hagámosle frente entre todos al incremento de la desigualdad y la pobreza producto del orden injusto internacional, al aumento de los efectos del cambio climático que atenta contra la vida de generaciones presentes y futuras, a los sentimientos de odio, xenofobia, la politización y manipulación en el tratamiento de los derechos humanos. Que no se minimicen más voces, no nos cohibamos porque entre todos, es cierto que un mundo mejor es posible.

Cuba, a partir del Triunfo de la Revolución y la obra del líder Fidel Castro Ruz, hizo un giro total en el curso de su historia y el bienestar de su pueblo, por ello la Mayor de las Antillas actualmente figura como ejemplo internacional de logros en materia de salud, educación y cultura. Qué no se diga la tarea es imposible, porque este archipiélago bloqueado y subdesarrollado en materia económica ha logrado lo que “los grandes” aun no aspiran ni a materializar.

En esta isla caribeña, se garantiza el derecho a la salud y educación gratuitas y universales, y la cobertura a la totalidad de los cubanos no discrimina por sexo, color de piel, creencia religiosa o inclinación política, incluso para los que osan desprestigiar y desvalorar los logros de nuestra Cuba socialista. La Covid-19 ha demostrado una vez más que en esta tierra la salud es para todos y el valor de la vida humana prevalece por encima de cualquier cosa.

Tampoco quedan atrás los logros en materia de atención al adulto mayor y la garantía a una mejor calidad de vida de este sector poblacional; a las personas con discapacidad, su inclusión y disfrute de oportunidades como también la integración y participación activa. Las mujeres disfrutamos de nuestros derechos de trabajo, seguridad social y salario no diferenciado. Cuba destaca por su desarrollo cultural y el pleno acceso al arte por parte de la población.

Aquí sí se respeta a todos por igual y la realidad no es como algunos han pretendido contar por vía de redes sociales a través de ciertas campañas. Los mercenarios de esta época, de este ahora, no luchan por los derechos humanos, no es su propósito, ni se respetan entre sí mismos, sólo bajan cabeza cuando el peso del dinero cae sobre sus bolsillos, ese es su verdadero precio y objetivo, y cuando ello sucede no hay diálogo alguno a entablar.

Como expresara nuestro presidente, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, en el 31º período virtual extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en respuesta a la Covid-19, “nuestro compromiso con los propósitos y principios que originaron esta Organización permanece inalterable. La voluntad de continuar trabajando a favor del multilateralismo, la solidaridad, la dignidad humana y la justicia social, es firme y resuelta”.

“La emergencia planetaria en que nos ha sumido la COVID-19 suena como un nuevo llamado a la conciencia del mundo. Escuchemos esta vez. Sí se puede. Cuba es la prueba”, aseveró el mandatario cubano.

Información de CUBASÍ

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